No se coser. Al menos no se más allá de poner un botón o cerrar físicamente un agujero. Es cierto que tengo una máquina de coser. Pero como quien tiene una bici estática o una panificadora... ahí está, no hace ruido, no se mueve, nadie le hace caso... pero es un recordatorio constante de aquello que una vez quisimos hacer y que el mundo no te dejó... Me he propuesto aprender a usarla, e incluso un par de veces la saqué y llegué a hacer una funda de cojín (cuadrado y sin cremallera, claro).
Con las nenas para arriba y para abajo iba trazando mi plan... tendré que comprar tela roja para la falda, negra para el corpiño, blanca para el delantal... - Sara!!! donde has tirado el chupe? - que no se me olvide el cordelito rojo para el chaleco... - Sabi no te tires al suelo, por favor - buscaré patrones en internet para el corte... ni siquiera estoy segura de que tenga hilo rojo en casa... - Ya es muy tarde para comprar castañas... - Creo que se me está subiendo la tensión...
Como camino del patíbulo, entré en la ultima posibilidad... y en un rincón, el último de la percha... ahí estaba... mi traje de pastora de la talla 2!!!! Uf, por poco... La asignatura de la costura tendrá que esperar por ahora. Menos mal.
De todas formas vayamos a la causa, no al síntoma... No me parece mal que los niños se disfracen para el último día de cole antes de Navidad. Es un estrés añadido a los muchos que ya acarreo... A la mayor iré a verla pero a la peque ni siquiera se puede. Un par de simpáticos progenitores son los causantes, uno por hacerles fotos a los niños y colgarlas en las redes sociales y otro por indignarse por ello y denunciar a la guardería... no me parece bien lo uno ni lo otro pero nadie podrá ver a sus nenes de pastores cantando villancicos...
Mañana habrá que levantarse temprano para que de tiempo a la sesión de fotos pertinente, a ver si consigo alguna en la que se vean las caras de las dos y si alguna sonríe... es para sacar nota.
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